Un año más este culto estuvo carente de música y de luz artificial, porque el culto sólo estaba iluminado por velas naturales, dando con ello más sobriedad, serenidad, concentración e intimidad al culto.
Fue como todos los años un culto muy sentido, que estuvo lleno de recuerdos, de imágenes, de cariño, eso sí, fue quizá el culto más rápido de todos, pues no queríamos pensar en cosas tristes o ponernos tristes en tiempos como estos.
Oramos también por las personas fallecidas que nadie reza y sobre todo, después de tantos días relacionando los cultos a la pandemia, ese día hicimos mucho hincapié, por esas personas que no lograron superar el virus.
Decir, que durante todo el día y la noche, la capilla estuvo apagada e iluminada solamente por una vela artificial. Por cierto, al momento de encender la vela, se quiso hacer muy solemne pero no fue así puesto que hubo problemas con esta.
Este día del quinario como siempre fue meditado con la llaga del costado de Jesus Humillado y lo relacionamos con la lectura del evangelio de San Juan, capítulo 19 del 28 al 34.
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