En todo camino hay piedras con las que tropiezas y caes, errores al caminar que te hacen caer y ese jueves nosotros caímos y a esas caídas dedicamos el día. Antes de empezar pedimos perdón al Apóstol por las veces que no somos como Jesús nos pedía,por las veces que caemos y por los miles de tropiezos en nuestro día a día. Fue el día del perdón y el arrepentimiento.
La estructura del culto fue identica a la del día anterior, pero eliminamos la oración final en honor al Apóstol.
La epístola del día estuvo dedicada a la acepción de las personas que no se componen bien con la fe, y que la fe sin obras buenas es como un cuerpo sin alma.
Volvió a ser un culto breve, unos 10 minutos, pero intimo y lleno de sentido y recogimiento.
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