El 1 de noviembre de 2020, a las 23:45, con la capilla totalmente oscura, iniciamos la celebración de los fieles difuntos, tras el rezo de una oraciones a nuestros titulares, leímos el evangelio del día, y posteriormente fuimos encendiendo una vela por cada difunto, tras el encendido de la vela se rezaba una oración recordando a ese difunto.
De madrugada rezamos los misterios de dolorosos del santo Rosario a Maria Bendecida, recordando a los hermanos difuntos, a los familiares y amigos difuntos de nuestros hermanos, a las almas que nadie reza y a los difuntos por esta pandemia.
Tras el rosario y unas oraciones, se apagaron todas las velas, quedando encendida una vela artificial, a lo largo de toda la noche.
A la mañana siguiente volvimos a encender las velas naturales tras el rezo de una oración por cada una de ellas.
Por la tarde un hermano vino a visitarnos y tuvo su momento de recogimiento.
Y el ocaso del día 2 de noviembre de 2020, con la lectura del evangelio del día, una oraciones a nuestros Titulares y nuestros difuntos fuimos apagando vela a vela.
Decir que este año, las velas eran de té y se agotaban muy pronto, de hecho cada vez que subíamos a visitar las velas, teníamos que ir quitando y poniendo velas nuevas.
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