Y a las 11.30 horas del Lunes Santo se abría la puerta de nuestra capilla y la Corporación cumplía con la tradición de casi cinco décadas.
Cuarenta y seis años de fe, de amor a Jesus Humillado y a Maria Bendecida.
Los nazarenos salían en un orden divino y perfecto. Nuestros Titulares que tanto nos dan, bañaban todo a su paso. El incienso inundaba el aire y purificaba las almas. El tiempo se paraba y corría a la vez.
Las petalada en nuestra casa hermandad, fue comedida y llena de cariño.
A las 13.40 horas nos recogíamos en olor a multitud y solemnidad. Habíamos cumplido un año mas.
Habias rezado una vez mas y habíamos vivido un Lunes Santo precioso y el cielo sonreía.
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